Hi there!
Después de dos semanitas ya estoy de vuelta por aquí y por las carreteras de Nueva Zelanda.
Como os comentaba hace dos semanas, dejábamos la isla sur y empezábamos la ruta por el oeste de la isla norte para ir poco a poco cerrando el recorrido por todo el país.
Con una buena paella despedimos a Lisa y Drew y nos fuimos directos a Picton para comenzar el trayecto en una ciudad que conocíamos muy poco, Wellington.

En Wellington estuvimos tres días, los cuales dedicamos a pasearnos por la ciudad y visitar cositas que aún no habíamos visto, como el funicular, el jardín botánico, el museo Tepapa más a fondo, maravillarnos con su costa, buscar una perspectiva desde las alturas en el monte Victoria y disfrutar de Cuba Street, la calle con más ambiente de la ciudad.

Wellington es una ciudad que tiene mucho que ofrecer, dinámica, grande y muy diferente de lo que habíamos vivido los últimos meses en la isla sur.

Cuando llegamos a la isla norte y vimos el “traficazo” para moverte por la ciudad nos dimos cuenta de la tranquilidad que habíamos vivido los últimos 6 meses en la isla sur.
Piensa que en toda la isla sur sólo vive el 25% de la población y casi la mitad está en Christchurch.
Tengo que reconocer que necesitaba una dosis de alboroto, restaurantes, tiendas y mareas de gente por el centro de la ciudad.

Después de Wellington pusimos rumbo a nuestro próximo destino y último “gran recorrido” de Nueva Zelanda, el Whanganui Journey.
Nos dirigimos hasta un pueblecito de montaña llamado Ohakune, a los pies del impresionante Ruapehu, hermano mayor del Tongariro y uno de los volcanes más activos del país. Desde aquí partimos hacia la aventura de 3 días en canoa recorriendo el río Whanganui.

Una leyenda maorí cuenta que el río Whanganui es el resultado del surco que dejó el monte Taranaki después de una disputa amorosa con Ruapehu, Tongariro y Ngauruhoe. Taranaki fue desterrado al oeste de la isla y cuentan que todas las nubes que lo rodean son lágrimas por la pérdida de la bella Pihanga.

Al ser invierno íbamos un poco acojonados por la fuerza de la corriente del río y la temperatura del agua si volcábamos. Antes de ponernos a ello, lo consultamos con varios centros de información y todos nos dieron el visto bueno para los días que habíamos elegido.
En estas fechas no había nadie en el río y lo teníamos para nosotros solos, así como los refugios. Una gozada.


La empresa con la que habíamos contratado la canoa, nos había dado varios barriles para meter nuestras cosas y uno de ellos cargadito de leña para hacer el fuego al llegar al refugio.

El primer día tuvimos un susto durante la noche porque empezó a sonar la alarma que medía la cantidad de dióxido de carbono en el ambiente. La chimenea tenía una rajita y nosotros estábamos durmiendo al lado. Así que nada, tocó abrir puertas, ventanas y airear el refugio un rato.

Días más tarde leímos un poco más sobre como puede afectar el dióxido de carbono a tu cuerpo y joder, nos libramos de un sueño eterno gracias a la alarma. Al día siguiente escribimos un mensaje al departamento de Conservación para que le echara un vistazo a esa grieta en el cristal. ¡Ojito!, cuidado con estas cosas.
El recorrido en canoa fue una pasada, cada día nos salió el sol y el paisaje era espectacular.
La segunda y última noche la pasamos en un refugio maorí precioso. Tooooooodo para nosotros. Esta noche hicimos fuego, pero nos piramos a otra habitación a dormir.


Llegó el tercer día, y sabíamos que iba a ser el más complicado en cuanto a rápidos. Habíamos conseguido mantener el equilibrio durante los dos primeros días sin mucho problema pero este último día ya nos temíamos que íbamos a probar el agua fresquita del Whanganui, y vaya si la probamos.
En el primer rápido fuimos al agua, así que tocó achicar y cambiarse con ropa seca. El agua estaba fría, pero me esperaba algo peor. Los siguientes kilómetros conseguimos mantener la canoa estable y no nos volvimos a caer. Uff hubo momentos de tensión, pero lo conseguimos.

En el muelle de Pipiriki, el final de la ruta, estaba nuestro amigo de Yeti Tours esperándonos para llevarnos de vuelta a Ohakune y recuperar nuestra formidable Georgette (el carro) y pegarnos un buen duchazo, esta vez con agua calentita.
Esa noche, como os podéis imaginar, dormimos como unos bebés con el chupete mojado en tequila. De escándalo.
La experiencia de tres días en el Whanganui ha sido muy diferente a las otras grandes caminatas que hemos hecho. Tener en todo momento la perspectiva desde el río donde ves los acantilados, los pájaros pasándote por encima, el silencio, las cascadas.
El hecho de estar solos todo el recorrido nos ha permitido que conectemos con la naturaleza más que en otras experiencias. Nos hemos tenido que desenvolver con el fuego, la canoa, el agua, aprovechar bien la luz del día para no llegar de noche. En fin, una experiencia inolvidable que sumamos a la lista.
Al día siguiente nos pusimos de nuevo en ruta para hacer la “Forgotten World Highway” en la que recorríamos una carretera olvidada, como su nombre indica. La ruta es una pasada porque pasas por paisajes preciosos, cataratas, túneles y hasta un pueblo fantasma. Los platos fuertes de la ruta fueron la catarata del Monte Damper (80 metros de caída) y la república independiente de Whangamomona.



Whangamomona se autodeclaró independiente de Nueva Zelanda en el momento en el que administrativamente los pusieron dentro de la región de Wanganui y no la de Taranaki, así que cada 1 de noviembre celebran el día de la república en señal de protesta. La gracia es que tienen carteles e incluso te sellan el pasaporte de que has entrado en su República.

Entre sello y sello nos metimos una birra a la salud de la república que nos dejó sandungueros para el resto del viaje.

Al llegar a nuestro destino final de la ruta en Strattford, un pueblo dedicado al escritor Shakespeare, descansamos porque los días siguientes iban a estar nublados. Nos tocaba esperar para poder ver el Taranaki despejado. No lo conseguimos, incluso un día nos pegamos el madrugón para poder sacar una buena foto pero aquí tenéis el resultado.

Nos tendremos que conformar con verlo en fotos totalmente descubierto y sin esas nubes, que los maoríes interpretan como llanto.

Otro de los destinos que hemos visitado esta semana ha sido New Plymouth. Es una ciudad muy cercana al parque nacional de Egmond donde se encuentra el Taranaki y la verdad es que nos ha sorprendido gratamente. Mucho ambiente, bonitos parques, arte urbano, costa y museos.

Unas de las cosas que hicimos fue subir a Paritutu Rock para ver la ciudad desde las alturas, lo gracioso fue subir hasta arriba. Tenías que ir subiendo agarrado a una cadena de lo vertical que era, ni escaleras ni historias, a ganarse las vistas.



Los días siguientes hemos seguido subiendo poco a poco y siempre hemos dormido en free camp, así que genial. Dormir gratis es uno de los placeres que nos costaba un poco más disfrutar en la isla sur.

¿Eso quiere decir que no nos duchamos? No te asustes, claro que SI.
Nos damos una agüita por la sobaquera en las duchas de las piscinas municipales. Pagas 2-3 NZD y tienes derecho a una buena ducha caliente de tiempo ilimitado, incluso hay algunas piscinas que cuentan con jacuzzi y sauna, espectáculo.
Nueva Zelanda está realmente bien pensada para que puedas disfrutarla viviendo en una furgoneta, tienes al alcance todas las instalaciones que necesitas.
Los dos últimos días nos ha llovido lo que no está escrito, así que han sido días de biblioteca y cargar baterías.
Ahora mismo os escribo desde la biblioteca de Otorohanga, cerquita de Hamilton y Raglan, nuestros próximos destinos antes de llegar a Auckland el día 25 de agosto para ver el partidazo entre los All Blacks y Australia.
Nuestros planes a partir de ahí son visitar la última región que nos queda del país, Northland y terminar nuestros últimos días en Nueva Zelanda en Auckland para cerrar cositas y ponernos en marcha para la siguiente aventura de 9 días, Tonga.
¡En un par de semanas os vuelvo a dar noticias y os cuento! Seguramente estaré ya en Auckland, después de pasar unos días en la primera región habitada por los maoríes de Nueva Zelanda.
Disfrutad los últimos días del verano, un abrazo fuerte amig@s.
me ha encantado, experiencias inolvidables sin parar. Besitos
increíbles experiencias, aventura total!!…me ha encantado TODO. besitos